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Viernes: Oficio de lectura Viernes I Ordinario I semana


Oficio de lectura
Viernes I Ordinario

I semana

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Delante de tus ojos
ya no enrojecemos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de los pueblos
nos guardas como un resto,
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor, que es justo,
revoca sus decretos:
la salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo. Amén.

SALMODIA

Ant.1 Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

– Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-28-
–I–

Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerra contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.1 Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Ant. 2 Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que
eres poderoso.

–II–

Yo, en cambio, cuando estabn enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar,
cruelmente ser burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que
eres poderoso.

Ant. 3 Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días
te alabaré, Señor.

–III–

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.

Que cantes y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días
te alabaré, Señor.

VERSÍCULO

V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 
6, 5-22; 7, 17-24

Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía so-
bre la tierra y que todo su modo de pensar era siem-
pre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre
en la tierra y le pesó de corazón. Y dijo:

«Borraré de la superficie de la tierra al hombre que
he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y
aves, pues me pesa de haberlos hecho.»

Pero Noé alcanzó el favor del Señor.

Descendientes de Noé: Noé fue en su época el hom-
bre más justo y honrado, y engendró tres hijos: Sem,
Cam y Jafet.

La tierra estaba corrompida ante Dios y llena de crí-
menes. Dios vio la tierra corrompida, pues todos los vi-
vientes de la tierra se habían corrompido en su proceder.
El Señor dijo a Noé:

«Para mí ha llegado el fin de todo lo que vive, pues
por su culpa la tierra está llena de crímenes; los voy a
exterminar con la tierra. Tú fabrícate un arca de ma-
dera resinosa, con compartimentos, y calafatéala por
dentro y por fuera. Sus dimensiones serán: trescientos
codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto. Haz
un tragaluz a un codo del remate; una puerta al costado
y tres cubiertas superpuestas. Voy a enviar un diluvio
a la tierra que aniquile todo lo que alienta bajo el cielo;
todo lo que hay en la tierra perecerá.

Pero hago un pacto contigo: Entra en el arca con tu
mujer, tus hijos y sus mujeres. Toma una pareja de cada
viviente, es decir, macho y hembra, y métela en el arca
para que conserve la vida contigo: pájaros por especies,
cuadrúpedos por especies, reptiles por especies; de cada
una entrará una pareja contigo, para salvar la vida.
Reúne toda clase de alimentos y almacénalos para ti y
para ellos.»

Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. El diluvio
cayó durante cuarenta días sobre la tierra. El agua, al
crecer, levantó el arca, de modo que iba más alta que
el suelo. El agua se hinchaba y crecía sin medida sobre
la tierra, y el arca flotaba sobre el agua; el agua crecía
más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas
más altas bajo el cielo; el agua alcanzó una altura de
quince codos por encima de las montañas.

Y murieron todos los seres que se mueven en la tie-
rra: aves, ganado y fieras, y todo lo que pulula en la
tierra; y todos los hombres. Todo lo que respira por
la nariz con aliento de vida, todo lo que había en la tie-
rra firme, murió. Quedó borrado todo lo que se yergue
sobre el suelo; hombres, ganado, reptiles, aves del cielo
fueron borrados de la tierra; sólo quedó Noé y los que
estaban con él en el arca.

El agua dominó sobre la tierra ciento cincuenta días.

Responsorio

R. El Señor sabe liberar de la prueba a los hombres
justos y reserva a los malvados para castigarlos en
el día del juicio. * Lo mismo que sucedió en los
tiempos de Noé sucederá cuando venga el Hijo del
hombre.

V. Comían y bebían, y, cuando menos lo sospechaban,
sobrevino eí diluvio que anegó a todos.

R. Lo mismo que sucedió en los tiempos de Noé suce-
derá cuando venga el Hijo del hombre.

SEGUNDA LECTURA

De la Disertación de san Atanasio, obispo, Contra los
gentiles

Ninguna cosa de las que existen o son hechas empezó
a ser sino en el Verbo y por el Verbo, como nos enseña
el evangelista teólogo, cuando dice: Ya al comienzo de
las cosas existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el
Verbo era Dios. Por él empezaron a existir todas las co-
sas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por
él. Así como el músico, con la lira bien templada, ejecuta
una armonía, combinando con los recursos del arte los
sonidos graves con los agudos y los intermedios, así tam-
bién la Sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el uni-
verso como una lira, une las cosas de la atmósfera con
las de la tierra, y las del cielo con las de la atmósfera,
y las asocia todas unas con otras, gobernándolas con su
voluntad y beneplácito. De este modo produce un mundo
unificado, hermosa y armoniosamente ordenado, sin que
por ello el Verbo de Dios deje de permanecer inmutable
junto al Padre, mientras pone en movimiento todas las
cosas, según le place al Padre, con la invariabilidad de
su naturaleza. Todo, en definitiva, vive y se mantiene, por
donación suya, según su propio ser y, por él, compone
una armonía admirable y verdaderamente divina.

Tratemos de explicar esta verdad tan profunda por
medio de una imagen: pongamos el ejemplo de un coro
numeroso. En un coro compuesto de variedad de per-
sonas, de niños, mujeres, hombres maduros y adolescen-
tes, cada uno, bajo la batuta del director, canta según
su naturaleza y sus facultades: el hombre con voz de
hombre, el niño con voz de niño, la mujer con voz de
mujer, el adolescente con voz de adolescente, y sin em-
bargo de todo el conjunto resulta una armonía. Otro
ejemplo: nuestra alma pone simultáneamente en movi-
miento todos nuestros sentidos, cada uno según su acti-
vidad específica, y así, en presencia de algún estímulo
exterior, todos a la vez se ponen en movimiento: el ojo
ve, el oído oye, la mano toca, el olfato huele, el gusto
gusta, y también sucede con frecuencia que actúan los
demás miembros corporales, por ejemplo, los pies se
ponen a andar. De manera semejante acontece en la crea-
ción en general. Ciertamente, los ejemplos aducidos no
alcanzan a dar una idea adecuada de la realidad, y por
esto es necesaria una más profunda comprensión de la
verdad que quieren ilustrar.

Es decir, que todas las cosas son gobernadas a un
solo mandato del Verbo de Dios, de manera que, ejer-
ciendo cada ser su propia actividad, del conjunto resulta
un orden perfecto.

Responsorio

R. Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivien-
tes los beneficios que os ha hecho, * pues él os ha
mostrado su misericordia.

V. A él debéis bendecir y cantar todos los días, y narrar
todas sus maravillas.

R. Pues él os ha mostrado su misericordia.

ORACIÓN.

Oremos:
Señor, atiende benignamente las súplicas de tu pue-
blo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza ne-
cesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.